ASTROILLUSTRARE

Por Héctor Vives

Cuando alguien tiene cierta pasión por la astronomía y la astrobiología, este sentimiento puede reflejarse, entre otras formas, mediante la expresión artística. En esta galería recorreremos una serie de ilustraciones, dibujadas a lápiz o generadas con programas de modelado y animación 3D, que realicé a lo largo de los años como parte de mis aficiones y mi interés por estos campos de investigación.

Como ocurre con buena parte del departamento de astrofísica del Centro de Astrobiología, al que pertenezco, mi carrera investigadora se ha centrado en el estudio de galaxias activas. En ellas, el material en el disco que rodea a su agujero negro supermasivo está tan acelerado y caliente que supera en luminosidad al resto de su galaxia.

Disco de acreción en torno al agujero negro supermasivo del centro de una galaxia activa (Héctor Vives)
Disco de acreción en torno al agujero negro supermasivo del centro de una galaxia activa (Héctor Vives)

Esta región central, de apenas una fracción de año luz, es totalmente inhóspita para la vida. Pero su influencia tiene gran importancia y se deja sentir a mayores escalas: la enorme cantidad de energía emitida impulsa colosales vientos que pueden dispersar el gas e impedir que la galaxia forme más estrellas en su centro, o bien empujarlo y comprimirlo dando lugar a la formación de muchas más. En muchas galaxias, es posible que la cantidad de gas que recibieron a lo largo de su historia para poder formar varias generaciones de estrellas y planetas haya sido regulada por estos mecanismos.

Núcleo de una galaxia activa con el disco del agujero negro (brillo central) rodeado de gran cantidad de polvo, y emitiendo vientos y chorros de materia al exterior (Héctor Vives)
Núcleo de una galaxia activa con el disco del agujero negro (brillo central) rodeado de gran cantidad de polvo, y emitiendo vientos y chorros de materia al exterior (Héctor Vives)

Y al nacer nuevas estrellas, los gases y polvo a su alrededor creados por estrellas anteriores pueden formar poco a poco cuerpos sólidos. Estos, a su vez, irían colisionando y uniéndose entre sí, dando como resultado los planetas, lunas, y los numerosos asteroides y cometas que permanecen hasta hoy.

Impacto de meteorito en un cuerpo mayor durante la formación planetaria (Héctor Vives)
Impacto de meteorito en un cuerpo mayor durante la formación planetaria (Héctor Vives)

Muchos de estos impactos llevarían a las superficies rocosas materiales necesarios para la vida, como agua y compuestos de carbono, enriqueciéndolas y aumentando el número de posibilidades para el futuro. Aunque cada vez menos frecuentes, los impactos en el Sistema Solar todavía prosiguen, y podemos ser testigos de este proceso.

Meteoroide desintegrándose al impactar con nuestra atmósfera (Héctor Vives)
Meteoroide desintegrándose al impactar con nuestra atmósfera (Héctor Vives)

Algunos meteoritos caídos en la Tierra provienen de impactos en otros planetas, como Marte: un intercambio de rocas entre mundos, lanzadas al espacio por grandes impactos y llevando consigo lo que haya podido sobrevivir a la violencia de las colisiones y al tiempo de viaje interplanetario. ¿Tuvo la vida temprana terrestre alguna conexión con el planeta rojo? No lo sabemos. Pero el rover Curiosity, que lleva explorándolo desde 2012, confirmó que en el pasado remoto, cuando surgió la vida en la Tierra, Marte era también un lugar menos inhóspito, con lagos de agua líquida que permanecían estables durante largos períodos. Continuando su misión pese a las mellas que el tiempo hace en sus ruedas y mecanismos, desde 2021 está acompañado en el planeta rojo por su sucesor, Perseverance, dedicado a buscar signos más directos de vida pasada y preparar muestras para su transporte a nuestro planeta.

Rover Curiosity circulando por Marte, con las ruedas dañadas por la travesía (Héctor Vives).
Rover Curiosity circulando por Marte, con las ruedas dañadas por la travesía (Héctor Vives).

Estas misiones podrían ser precursoras de una futura presencia humana en Marte, algo que aceleraría mucho el ritmo de exploración. Sin embargo, habrá que tener en cuenta la posibilidad de contaminar con vida terrestre actual las regiones donde se quiere buscar vida marciana presente o pasada, para no arruinar lo que podría ser uno de los mayores descubrimientos de la humanidad hasta la fecha.

Astronautas explorando la superficie marciana (Héctor Vives)
Astronautas explorando la superficie marciana (Héctor Vives)

En cualquier caso, hay lugares en Marte que resultan muy atractivos tanto para la exploración humana como por la posibilidad de hallar vida: en las regiones de antiguo vulcanismo se encuentran numerosos tubos de lava; sistemas de cuevas que servirían de refugio, protegidos de la radiación y de temperaturas extremas, en los que podría además acumularse hielo. De una forma u otra, parece que la exploración marciana en el futuro se verá ligada a estas formaciones.

Vehículo adentrándose en la abertura de entrada a un tubo de lava (Héctor Vives)
Vehículo adentrándose en la abertura de entrada a un tubo de lava (Héctor Vives)

Pero es posible que, para encontrar vida verdaderamente extraterrestre, sin parentesco con la nuestra, haya que ir más lejos. Como, por ejemplo, a las lunas de los gigantes gaseosos. En torno a Júpiter se encuentra Europa, que posiblemente tenga un océano de decenas de kilómetros de profundidad bajo varios kilómetros de hielo. Es uno de los lugares más prometedores para encontrar vida fuera de la Tierra en nuestro sistema solar.

La luna Europa orbitando Júpiter, con Ío entre ambos y Calisto en la lejanía (Héctor Vives)
La luna Europa orbitando Júpiter, con Ío entre ambos y Calisto en la lejanía (Héctor Vives)

Más allá, en torno a Saturno, hay una luna parecida llamada Encelado, mucho más pequeña que Europa, pero cuyo océano aflora a la superficie en forma de géiseres que hemos podido fotografiar y analizar. Esto, unido al entorno más benigno que el joviano en cuanto a radiación, podría hacer mucho más fácil estudiar el océano existente bajo su cubierta de hielo para buscar signos de vida.

La luna Encelado orbitando Saturno (Héctor Vives)
La luna Encelado orbitando Saturno (Héctor Vives)

La luna más grande de Saturno es Titán, que no sólo posee también un océano global de agua líquida bajo una corteza de hielo, sino que sobre ésta hay una atmósfera que contiene metano, etano, y gran cantidad de materia orgánica que no deja ver la superficie. Estos compuestos orgánicos forman nubes, lluvia, dunas y lagos líquidos, en un ciclo análogo al del agua en nuestro planeta. Si existe vida aquí, podría ser mucho más exótica que la que actualmente conocemos.

Titán, la luna más grande de Saturno, cubierta por la neblina de compuestos orgánicos que oculta su superficie (Héctor Vives)
Titán, la luna más grande de Saturno, cubierta por la neblina de compuestos orgánicos que oculta su superficie (Héctor Vives)

Y si se confirma que la vida surgió en el Sistema Solar más de una vez de forma independiente, en entornos tan distintos, podría significar que es relativamente fácil que esto suceda, y por tanto sea extremadamente abundante en el universo. Para buscarla en torno a otras estrellas contamos a partir de este año con la ayuda del observatorio infrarrojo JWST, lanzado al espacio en diciembre de 2021, y en el que personal del Centro de Astrobiología lleva tiempo trabajando.

Observatorio JWST ocultando el Sol con el escudo que lo mantiene frío para poder detectar luz infrarroja (Héctor Vives)
Observatorio JWST ocultando el Sol con el escudo que lo mantiene frío para poder detectar luz infrarroja (Héctor Vives)

Entre la ciencia que se hará con JWST se encuentra el estudio y caracterización de atmósferas de exoplanetas a partir de la luz que las atraviesa hasta llegar a nosotros. Determinadas mezclas de gases, difíciles de mantener en el tiempo por procesos no biológicos, nos darían pistas sobre si la química del planeta está dominada por una abundante biosfera, como ocurre en la Tierra.

Exoplaneta habitable análogo a la Tierra (Héctor Vives)
Exoplaneta habitable análogo a la Tierra (Héctor Vives)

Con el amplio rango de estudios en el campo de la astrobiología que están en progreso y planeados para el futuro próximo, con objetivos dentro y fuera de nuestro sistema solar, puede que la respuesta a si existe vida extraterrestre esté próxima a obtenerse. En este aspecto, puede que estemos viviendo cerca del momento más interesante de la historia de la ciencia. No es de extrañar, por tanto, que quede reflejado en la expresión artística de quienes encontramos una inspiración profunda en esta búsqueda.

Héctor Vives

Astrofísico (CAB)

Doctor en Física por la Universidad de Valencia, donde también se graduó en Física y obtuvo un Máster en Física Avanzada, especializándose en la rama de astrofísica. Durante su tesis estudió lentes gravitacionales para investigar la estructura del disco de acreción de cuásares y la distribución de materia oscura en galaxias, así como las propiedades de la emisión en radio de cuásares que apenas la emiten (“radio-quiet quasars”), a raíz de una colaboración con la Universidad de Manchester. Tras ello fue investigador postdoctoral en el Instituto de Astrofísica de Canarias, donde estudió la distribución y cinemática de diversas componentes en el núcleo de la galaxia activa cercana NGC 1068, con datos en infrarrojo cercano y ondas sub-milimétricas. Actualmente es investigador postdoctoral del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial en el Centro de Astrobiología, y trabaja en la simulación de observaciones de galaxias con el instrumento de infrarrojo medio MIRI a bordo del telescopio espacial James Webb. Además de su trabajo científico trata de aprender y divulgar ciencia por diversos medios siempre que puede, y entre sus aficiones se encuentran el dibujo, la animación 3D y la escritura.

Galería