Aristóteles y su «De caelo et mundo»

Laura Fernández

En su obra Περὶ οὐρανοῦ, traducida al latín como De caelo et mundo, Aristóteles (384–322 a.C) planteaba las líneas principales de su teoría cosmológica. En ella los cuerpos celestes se definían como elementos perfectos, ajenos a la corrupción y por lo tanto eternos. Esta visión del universo incorruptible y sin fin marcó el desarrollo de la ciencia astronómica y se convirtió en un pilar fundamental del conocimiento científico durante la Edad Media. No obstante, la asunción de los presupuestos aristotélicos generó importantes conflictos en el seno de la Iglesia ya que su obra contenía juicios y opiniones que podían colisionar con el dogma cristiano. Afirmaciones como la eternidad del mundo, negando por lo tanto el acto creador de Dios, o que los procesos de la naturaleza eran regulares e inalterables, lo que eliminaba los milagros, fueron temas ampliamente discutidos.

A pesar de esta hostilidad, sus defensores, entre los que se encontraban destacados miembros de la Iglesia, como el franciscano Roger Bacon, o los dominicos Alberto Magno y su discípulo Tomas de Aquino, pugnaron por otorgar al aristotelismo un puesto preferente y protagonista en el entramado intelectual de la Baja Edad Media. No obstante, la disputa se mantuvo activa, y en Francia, bajo pena de excomunión, se prohibió la lectura de los libros de Aristóteles en reiteradas ocasiones, como en el sínodo provincial de Sens en 1210, la prohibición de la Universidad de París en 1215 o en la famosa bula papal de Gregorio IX, Parens Scientiarum, de 1231, en la que se ordenaba expurgar los tratados de Aristóteles de los errores que hicieran cuestionarse el dogma cristiano. En otras ciudades tal prohibición no se hizo efectiva y los textos de Aristóteles formaron el núcleo fundamental de la enseñanza universitaria, motivando interesantes comentarios por parte de algunos de los pensadores más relevantes del momento. Aun así, la atmosfera de tensión continuó presente, especialmente en París, donde el enfrentamiento entre teólogos y filósofos que defendían los postulados aristotélicos fue constante. En 1277 tuvo lugar el episodio más conocido de esta problemática; el obispo Étienne Tempier, motivado por una carta del papa Juan XXI, promulgó 219 puntos de la obra aristotélica que debían ser rechazados. Este acto tuvo una gran repercusión en las universidades que vieron afectadas sus enseñanzas desterrando principalmente las interpretaciones averroístas que mantenían el determinismo aristotélico, aunque en líneas generales, y sin entrar en profundidad en aquellas cuestiones que pusieran en entredicho el dogma cristiano, la filosofía aristotélica continuo vigente hasta el siglo XVI.

El aspecto más positivo de esta actitud crítica con respecto a la obra del filósofo griego fue el de liberarse de su autoridad en algunos particulares y buscar nuevas respuestas que permitieran replantear el contexto de la ciencia astronómica. De hecho, el artículo 34 señalado por Étienne Tempier abrió el debate a la consideración de que Dios podría haber creado otros planetas en los que fuera posible la vida activándose de esta manera el debate sobre la pluralidad de los mundos, un tema que sigue siendo de plena actualidad.

 

Pie de imagen: Aristóteles, Du ciel et du monde [De caelo et de mundo], traducción francesa de Nicole Oresme. Bibliothèque nationale de France, Département des Manuscrits, Français 565, fol. 23r.

Laura FERNÁNDEZ C3
Laura Fernández
Historiadora del arte (UCM)

Profesora Titular del Departamento de Historia del Arte de la UCM, su línea principal de investigación es el estudio de las artes del libro y la cultura escrita, la dimensión material del libro medieval y su evolución, así como los códigos interpretativos del libro como artefacto cultural en la Edad Media. Igualmente investiga los procesos de transmisión textual e icónica en la producción libraria medieval y la interactuación texto-imagen, prestando una especial atención a los textos científicos y a las relaciones entre arte y ciencia. Ha realizado estancias de investigación en los Departamentos de Manuscritos de la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze, la British Library y la Biblioteca Apostolica Vaticana. Ha sido Investigadora Visitante de la Universidad Nacional Autónoma de México, Associate Researcher en The Centre for the Study of the Cantigas de Santa Maria of Oxford University, y Visiting Scholar en The University of Chicago. Coordina junto a Xavier Espluga y Lourdes Soriano (UB) la Red del libro medieval hispánico y dirige con Maribel Morente (UCM) el Grupo de Investigación: Arte y Cultura Científica: imágenes, objetos y espacios del conocimiento.

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