El sistema solar esconde muchos misterios, algunos más resueltos que otros, como si nos faltasen más o menos piezas en este gran puzzle cósmico. En esta ocasión, nos acercaremos a uno de los mundos más fascinantes para la historia del arte y las ilustraciones espaciales, Titán.
Titán es el satélite más grande de Saturno, y segundo del sistema solar tras Ganímedes. Hasta hace relativamente poco, sabíamos que contaba con una atmósfera que contenía metano, que su temperatura de -179º es demasiado baja como para albergar vida, y que todo el satélite se hallaba cubierto por una capa de densa neblina impenetrable con telescopios ópticos.
Le debemos su descubrimiento al astrónomo Christiaan Huygens, un 25 de marzo de 1655. Inicialmente bautizado como «Luna Saturni» habría que esperar a 1847, donde John Herschel (hijo del célebre astrónomo William Herschel) proponga los nombres de los hermanos de Saturno, los titanes y titánides. En aquel momento únicamente se conocían siete satélites, llamados Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Hiperión, Jápeto, Febe y Titán.
Actualmente, sabemos que cuenta con unos 82 satélites con órbitas estables, siendo Titán el único con atmósfera y con evidencia de líquidos en su superficie. Si bien, la eterna sospecha de que su superficie escondía historias fascinantes motivó tanto a los astrónomos, astrofísicos y artistas espaciales a querer averiguar qué se ocultaba bajo la bruma.
Esa atmósfera densa y opaca impedía inicialmente la comprensión de su superficie, como ya pasó con Venus antes de las Venera, hasta la llegada de la misión Cassini-Huygens en 2004.
Las imágenes de la Cassini-Huygens nos enseñaron la superficie de Titán tal y como era, pero ¿cómo había sido Titán hasta entonces, según el arte espacial hasta ese momento? La gran mayoría de los artistas espaciales recurrían a un escenario concreto no solo por el lugar, sino por las vistas que les permitía este destino.
Titán, siendo un satélite del majestuoso Saturno, brindaba unas vistas de ensueño en el cielo. Así que nos encontramos a Titán como un paraíso nevado, con una atmósfera casi que terrestre (y con algún que otro volcán) pero siempre con ese inmenso Saturno presente en el horizonte.
Ahora, como si fuéramos un pincel en una inmensa gama cromática, nos trasladamos paso a paso hacia un Titán con una atmósfera algo más densa, aún más azulada, en la que empezamos a ver montañas tremendamente escarpadas e imposibles.
Los colores de la atmósfera cada vez se va tornando más y más anaranjados, manteniendo a Saturno pendiente en el horizonte, además de un Sol más suave que el que vemos desde la Tierra, ya que se encuentra a 1.418 millones de kilómetros. Empezamos a encontrar más ríos y océanos, espejos del naranja que inunda el firmamento.
En esta selección nos pasamos con la satur(n)ación y llegamos a un Titán rojo, casi apocalíptico y tenebroso, que consigue embobarse.
¡Pero no olvidéis que todo esto solo es un viaje para llegar a 2004 y poder ver las fotos que nos devuelve la Cassini! Momento que los artistas también aprovecharon para representar.La respuesta a todos los interrogantes se acercaba. Llegaba la hora de la verdad, y de que todas las sospechas, se vieran truncadas o cumplidas. De todos esos colores que nos habían acompañado, las fotos nos dejarían a unos ganadores.
Las fotos de la Cassini-Huygens volvieron y nos dejaron esto:
Tenemos por ejemplo esta foto, en la que nos recuerda a ese Titan azul, inmenso e inabarcable.
Luego tenemos algunas imágenes donde la atmósfera y algunas unas dunas son indudablemente amarillas
Si bien al hablar de la superficie de Titán, aquí tenemos la imagen ganadora
¡El naranja!
¿La lección? Las teorías y las suposiciones a la hora de representar algo, no importa lo descabelladas que nos parezcan, han ayudado a motivarnos y a querer conocer más de lo que desconocemos.
Al final, Titán puede ser de tantos colores, como ilustraciones le hayamos dado.
Sofía López es Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, actualmente finalizando sus estudios de máster en Museología y Estudios de Museos. Desde siempre la astronomía ha sido una de sus grandes pasiones, que a través del Space Art y de la tradición de ilustraciones astronómicas que se extiende a lo largo de la historia, encuentra el perfecto punto de unión entre ambas disciplinas. En 2016 colaboró con el SACI College of Art & Design Florence en el simposio From Galileo to Mars organizado con NASA, y al año siguiente publicó un artículo para la revista Descubrir la Historia, y más recientemente otro para Astronomía Magazine. En el ámbito cultural malagueño, ha dado varias conferencias tanto para la Facultad de Filosofía y Letras como para la Sociedad Malagueña de Astronomía. Ha trabajado en el Centre Pompidou Málaga y en la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo/Málaga.